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Y en fuera de juego. Sólo polémica. Comprendiendo al rufián.

25 de noviembre de 2010

Recadito rufián



La penúltima jornada de Champions acaba con polémica para los equipos españoles. En los últimos minutos del encuentro entre el Ajax y el Real Madrid, Iker recibía un recadito de Mourinho a través de Dudek que ningún medio era capaz de descifrar. A los pocos minutos, Ramos y Xabi Alonso eran expulsados de forma ridícula por perder tiempo y acumular su segunda tarjeta. Anoche se pensaba que Guardiola haría lo mismo con Piqué para que éste, al igual que los jugadores blancos, llegara limpio a los partidos de octavos. Pero no fue así y sustituyó al central en la segunda parte. A los medios internacionales les faltó tiempo para publicar sus impresiones con el entrenador blanco en el punto de mira, tildando su actuación de “nueva treta del portugués” o “nueva “mourinhada” y adelantando la investigación del caso por parte de la UEFA. No se sabe si la organización internacional tomara medidas drásticas, pero no cabe duda que todo el revuelo montando el pasado martes estuvo muy presente en el partido del Barça. Si ha sido por esta amenaza por la que Pep ha decidido no seguir los pasos de Mou o por tratar de dar una lección magistral de clase, estilo o elegancia, es algo que todavía desconocemos.

Si la razón ha sido por miedo a una posible sanción, Guardiola ha pecado de falta de picardía, algo fundamental en el mundo del fútbol. Las normas están para cumplirlas pero también  hay que saber manejarlas sin sobrepasar ciertos límites, y en este caso es más rentable una posible sanción (en caso de haberla) que perder a un jugador fundamental para el cruce de octavos. Es muy importante, además, el modo en que estas tarjetas fueron logradas. Vicente del Bosque ya lo recalcaba en unas declaraciones en las que destacaba que no habían dado ninguna patada para ser expulsados. Cierto es el descaro tan característico del estilo de Mou y de todos los jugadores que dirige, pero es más ético hacer un poco de teatro que no ganarse la amarilla por méritos propios, a base de hachazos sin sentido. Igual prefería eso la UEFA, y una posible sanción demostraría una vez más la falta de criterio y de sentido común que caracteriza a esta organización.

Si por el contrario, el entrenador del Barcelona decidió quitar al central para dar clases de moral y ética futbolística, creo que ha vuelto a pecar de ingenuo. Mourinho demuestra cada día que está en todo y que no se le escapa nada, algo que le hacía falta al Madrid desde hace bastantes años. El portugués es perfectamente consciente de que mañana nadie recordará una jornada europea tan irrelevante y todas las miradas estarán centradas en el clásico. Todo quedará en una simple anécdota que ha dado alguna que otra portada sensacionalista y poco más. Nuestro villano del día, además, ha demostrado en infinidad de ocasiones que sabe jugar con la polémica a su antojo, maneja a los medios como quiere y hace olvidar en cuestión de segundos este tipo de asuntos turbios.

La deportividad es importante pero la competitividad es fundamental. Forzar tarjetas se ha hecho siempre y presumir de juego limpio en un caso como este es  ridículo  e innecesario. Si lo ocurrido esta semana es algo que empieza a no gustar a la FIFA, es tan fácil como endurecer las reglas del juego. En este deporte no se trata de dar lecciones de estilo, sino de ganar títulos, algo que Mourinho sabe de sobra. Gane quien gane la Champions, nadie recordará lo acontecido durante estos días. En cuestión de horas se empezará a hablar del derbi nacional, pero a partir de ahora, Piqué tendrá que pensarse dos veces si meter el pie o no si no quiere perderse ningún partido trascendental. Para Ramos y Xabi, en cambio, esas tarjetas ya son historia. Es la picardía que gana títulos y que le hará falta a Guardiola si no quiere volver a caer ante el portugués.

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